miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Un suspiro la vida?

...Veinte años no es nada...¿Y nueve años es más nada? ¿Son más nada? A mi...hubo años que me parecieron siglos, y los hubo que fueron suspiros. ¿Cómo se sienten nueve años si te invaden, si invaden tu país buscando armas que no existen...pero buscando otra cosa, petróleo, por ejemplo, que sí existe? Entraron muy bien pertrehados de armas, se quedaron, te sacaron el dictador que tenías (que seguramente detestabas pero su destino era cosa tuya y de nadie más), te implantaron un gobierno obsecuente, pseudo democrático, tu música se convirtió en bombardeos, las armas que creían que tu país tenía no aparecieron nunca, pero se quedaron igual, a tu ex dictador lo ajusticiaron frente a las cámaras de televisión para que el mundo aprendiera...y tu, a lo largo de esos nuve años, veías caer gente muerta a tu alrededor, tal vez gente tuya, de tu sangre, y se desmoronaban edificios, y el paisaje urbano dejó de existir, se convirtió en algo abominable, y sentiste miedo un día tras otro, tal vez te hirieron, tal vez estuviste a punto de morir...y tu amigos iban desapareciendo...el olor de tu ciudad era otro...las calles irreconocibles y si cambiabas de ciudad era igual...Si. Por cierto. viviendo, sobreviviendo así...nueve años es demasiado. Hoy hace nueve años que comenzó la invasión y guerra en Irak, tu amado país. Bagdad ya no es la de Arum al Raschid, aquel rey que recorría disfrazado la ciudad, te cuesta creer que la belleza de la Mil y una Noches floreciera en esta tierra tuya devastada...Ah, todo es un sueño lejano...Nueve años viviendo así, son nueve siglos...y alguna vez tu país se asoció al invasor para guerrear con un país vecino...pero los invasores se olvidaron de todo...jamás agradecen nada. Yo no soy más que una mujer, una más de América del sur, del río de la Plata. Aquí aprendimos a sufrir, también. De otra manera, igualmente terrible, pero...distinta. Quiero que sepas que me pesan tus nueve años de infame guerra, tan innecesaria como todas las guerras, quiero que sepas que me he apropiado de tu dolor y de tu espanto, lo he ido haciendo mío a medida que se iban sumando estos años de barbarie sobre ti. Y aunque no te alivie nada...te abrazo desde el sur y lloro por ti porque he aprendido a llorar por mi. Porque tu causa es la mía, ha sido la mía, y podría volver a ser la mía...porque ¿quién sabe el alcance de la demente ambición de los que manejan el Imperio? Cuenta conmigo, con mi corazón, con mi memoria, con mi grito de solidaridad, hijo, hija de Irak.

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