miércoles, 24 de febrero de 2010

Más allá del asombro.

Una reflexión breve y muy directa. Amo el país en el que nací (Uruguay), amo el país en que resido (Argentina), amo el planeta en que navego como parte de la humanidad, como parte de todos los seres sintientes. Es natural que en el libre juego de la democracia exista una oposición, natural y necesario. Pero cuando un sector de la oposición se radicaliza al punto de perder su propio respeto, malversando el idioma con un vocabulario que trasmite una enemistad iracunda, no racional, frente a un gobierno legítimo, elegido por una mayoría y con el aval de la Constitución, y extiende ese odio (un odio de clase más que partidario,) al punto de ponerse del lado de los británicos en las diversas cuestiones que rodean a las Islas Malvinas... supera la capacidad de asombro de esta observadora. ¿El odio y la envidia de los que sienten peligrar sus privilegios llega al punto de olvidar la unidad y la lealtad hacia su propio territorio? ¿Hay argentinos que en esta instancia impregnada de un posible petróleo en aguas argentinas se pongan del lado de un reino pirata y colonialista que todavía se atreve a creerse dueño de unas islas argentinas? Hubo un tiempo en que algunos argentinos de determinada clase aprendían francés antes que castellano y soñaban con ser europeos, ya fuera franceses o ingleses. Pero no. No es una rémora, hay opositores que ante el legítimo reclamo del gobierno frente a Gran Bretaña, se ponen del lado de los británicos... ¡de manera que todavía hay tibios argentinos que quieren ser ingleses! Bueno, que emigren hacia las lejanas islas del norte pero que dejen que las del sur sean lo que son, argentinas. Todo ésto se ha vuelto un insulto hacia todos los muertos y mutilados jóvenes de esta tierra sacrificados en este Sur. Es tan extraño y asombroso como un Vicepresidente que, en plena campaña electoral, proclamó que éste sería el gran momento de Cristina, y ahora, no solamente vota del lado opositor, sino que, insidiosamente, pretende sugerir una postulación para la más eventual de las presidencias. Que yo sepa...es un hecho sin precedentes. Lo dicho. Me mata el asombro.

viernes, 12 de febrero de 2010

La escritura perdida.

Siglos que no escribo una carta. Mi correo está muy activo pero, de pronto, alguien me anuncia que ha decidido no usar su e-mail. El anuncio tiene un porte y una firmeza de renuncia, como si ingresara en un monasterio. Me escribe en la pantalla por última vez " si querés saber de mí comunicate por carta, si, con papel y pluma, creo recordar que hace centurias tu objeto de poder era una parker vieja. Así que dale, escribí y yo te contesto. Quiero recuperar la emoción de un sobre con mi nombre, la emoción llena de curiosidad de abrirlo sin mirar el remitente, porque una carta es siempre misteriosa. Ahora lo único que me trae el cartero son facturas. Así que ...basta ". De manera que, porque a Gloria la quiero mucho, no me queda otra que salir a comprar una rezma de hojas y algunos sobres. Pero también un cuaderno para hacer caligrafía. Porque lo que queda de mi letra manuscrita ni yo la entiendo casi. Primero que nada tengo que encontrar mi parker mitad color púrpura, mitad de oro. Fue algo que recogí de una herencia muy graciosa. Muerta la tía de mi pareja de hace décadas (me voy ubicando en el tiempo real) como era soltera los sobrinos se despedazaban por repartirse sus cosas. La mujer, hija de un cambista poderoso, tenía muchísima plata y, en lugar de tirársela viajando, se hacía traer encomiendas de todo el mundo. Cuando abrieron los roperos y las cómodas encontraron frascos de extractos franceses como para instalar una perfumería de lujo, sin abrir, juegos apilados de sábanas de seda de todos los colores que jamás usó, lindas para revolcarse y ahí estaban dobladitas, modositas. La contienda fue grande y Ernesto sacó lo que pudo y, pensando en mí, tironeó a una de sus primas la famosa parker mitad oro que usé mucho tiempo antes de que toda esta tecnología se me viniera encima y me capturara. Si algo de lo que llevo escribiendo y publicando tiene algún interés, pensándolo bien, lo que me dió más placer (hay quien dice que fue lo mejor) fue manuscribir de madrugada, iluminada con velas, un librito breve que salió de la parker. La parker tenía un contacto especial con mi mano y posiblemente línea directa a mi corazón. La pluma parecía acariciar el papel y si miro aquellos borradores...mi letra se veía pareja, agradable, armónica, un verdadero dibujo. Ahora estoy haciendo ejercicios. La mano se me puso desobediente y garabatea en lugar de escribir. Pero tengo que hacerlo por esa amiga rebelde que tal vez me está mostrando una parte del camino de regreso a casa.