viernes, 15 de octubre de 2010
Llévanos de la oscuridad a la luz.
Se puede decir que la humanidad ha perdido el rumbo, que el caos agravia al planeta, que el aire está cada vez mas contaminado, que el petróleo sigue despertando codicias y rapiñas, que desde que terminó la segunda guerra mundial no hubo un día de paz en esta tierra, que la han convertido en un arsenal, en un basurero. También se puede decir que las conspiraciones de los poderosos entre los poderosos aplastan o digitan gobiernos, que lavan cerebros, que crean pensamientos, que usan los instrumentos mediáticos para idiotizar a las masas, para aterrorizar, para anular resistencias, para sofocar la auténtica creatividad, para robar el agua y revenderla mientras las mayorías siguen fascinadas y atrapadas por el show interminable. Si, se puede decir éso y mucho más. Pero en medio de toda esa hediondez (recuerdo a Saramago) sucede algo absolutamente extraordinario, un milagro de los grandes cuando ya nadie cree en milagros, un milagro donde ese misterio que llamamos Dios se asocia con un grupo de técnicos, ingenieros y rescatistas para salvar a 33 hombres atrapados en las entrañas de la tierra. Una historia que empieza con la irresponsabilidad criminal de una empresa de minería poniendo en riesgo a un grupo de los hombres que le hacen el trabajo. Setecientos metros abajo la tierra los atrapa, los celulares dan cuenta, las mujeres acampan alrededor de la mina y un clamor por el rescate se extiende resonando por el mundo. Más de dos meses abajo, con una disciplina ejemplar, sosteniéndose mutuamente, recibiendo el solícito apoyo que constantemente desciende desde las superficie y se llega al día señalado: 13 de octubre y, uno a uno, son rescatados, y traídos de la sombra a la luz. Una enorme parte de la humanidad atestigua. Y la celebración conmueve, sacude almas y corazones por doquier. Los liberados reciben abrazos y besos de los suyos, apretones de mano, abrazos de su Presidente. El escenario es el desierto de Atacama. El milagro ocurre en Chile. El querido Evo se viene de Bolivia a recibir como un padre a un minero boliviano. (En tanto, la empresa sugestivamente ha presentado quiebra, se ha negado a pagar los sueldos a las familias de los hombres viviendo su ordalía, intentando borrarse, eludir a la justicia). Este suceso jamás será olvidado en sí mismo. Pero, por encima de todo, es una advertencia, es una metáfora apropiada para este momento histórico donde las infamias, intrigas y perversas estrategias disimuladas están siendo derrotadas. El paso de la oscuridad a la luz, de la mentira a la verdad se manifiesta y se acelera. Mientras las traiciones y las omisiones criminales de las iglesias se documentan y publican, mientras las intrigas secretas del club Bilderberg y afines son tema de comentario e indignación general, mientra las construcciones del neoliberalismo estallan en micropartículas, crece y crece la masa crítica de iluminados. Ya nada perverso permanerá oculto por mucho tiempo. El paso siguiente es la reconstrucción y la auténtica pacificación. Proclamo mi utopía personal: soldados retirándose por las suyas de Irak e Afganistán, arrojando o desactivando sus armas, soldados quedándose para poner los nuevos cimientos, levantar los muros y los techos para reparar la inmensidad de los daños, auxiliando sobrevivientes, haciéndose cargo de niños abandonados, pidiendo perdón con acciones concretas. Ya no más discursos, ya no más palabras. Solamente acciones. Y aquí, en casa, en la Argentina, que sigan desmantelándose intrigas y mentiras, que Macri vuelva con su papá, su única esperanza si se salva de la cárcel, con Cobos yéndose a casa, con la cola entre las piernas. Es una exigencia: cuando se alcanza la luz y comienza la derrota de la oscuridad (es un hecho) nada podrá detener el nuevo impulso de sobrevivencia y el caos estará a punto de parir un nuevo orden.
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