miércoles, 12 de enero de 2011
Adiós a una trovadora, de aquellas.....
Se fue. Alguien más que se va y no dirá dónde. Cada muerte o partida o tránsito renueva el enigma. Pero no todo muerto termina. Manrique hablaba de la segunda vida de la fama, del buen nombre, de las buenas obras...y todo ello y más cabe respecto a esa criatura única, tocada por los ángeles o las hadas o las musas, María Elena Walsh. Según la amamos, según la mantenemos en nuestras vidas...tendrá una muy larga y gloriosa segunda existencia. ¿Acaso podríamos dejar de cantar sus canciones, o leer sus poemas? Ella supo encantar de manera legítima y totalmente respetuosa a los niños de varias generaciones y se fue quedando con los que crecían, y está en nuestra alma de adultos cuidadosos de nuestra infancia interior. Ahora mismo, en alguna parte del mundo, no sólo en Argentina, algún niño y ¿por qué no? alguna persona grande está cantando algunas de sus canciones. Porque pasaron por todos los estados del alma. Juguetonas, tiernas, nostálgicas, comprometidas, críticas. ¿Qué puedo decir que no se haya dicho ya de María Elena? Pero sí puedo recordar, cuando ella comenzaba su mágico camino, una deliciosa presentación en el TCM, en Montevideo, de sus "Canciones para mirar". Han pasado tantos años y del elenco solamente recuerdo el nombre querido de uno de los actores :Víctor Perlo. Y me recuerdo a mí misma viviendo una experiencia cumbre, extasiada, deseando que el espectáculo no terminara nunca. Como me recuerdo a mí misma entonando, susurrando sus canciones porque siempre había una para cada sentimiento. Además de su legado, nos deja una advertencia: cuidar el idioma, aprender a leer en voz alta para tomarle el gusto a las palabras, y pronunciarlas con gracia y, muy especialmente, respetar, ser muy conscientes de la ortografía. Nos deja toda su obra como maravilloso obsequio de su paso por esta tierra pero también nos deja un tirón de orejas y muy fuerte para quienes subvaloran nuestro precioso idioma, la mejor herramienta, el mejor instrumento de comunicación. No te conocí personalmente, María elena Walsh, pero jamás serás una extraña para mí. Que la Luz te guarde.
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